viernes, 8 de febrero de 2008

Por fin me he decidido: un cuento

Después de varios años, al fin me he decidio a publicar algo que sea original y que no se haya leído en ningún otro sitio.

A veces, para entretener a mis dos peques, me he ido inventando algunos cuentos, hoy voy a poner uno de ellos. Si os gusta me alegro, si les gusta a vuestros hijos más aún y si os aburre,.... pues es lo normal, no se puede decir que sea precisamente un literato.

De todas formas, y aunque sólo sea por satisfacer mi ego personal, intentaré sacar un poco de tiempo durante las próximas semanas y escribiré los siguientes cuentos de Cuco o algún otro de los inventados.

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El Reloj de Cuco

Érase una vez un pajarito muy pequeño que iba volando por el bosque. Buscaba una casita para vivir.

Mientras volaba vio en un árbol una casita muy bonita, y entró en ella por la ventana. Allí encontró al Señor Conejo.

- Hola pajarito ¿qué tal estás?

- Bien, le contestó el pajarito. Estoy buscando una casa donde poder vivir.

- Oh, pues a mí me gustaría que te quedaras aquí y vivirías conmigo, pero esta casa es muy pequeña y sólo hay sitio para mi.

- Pues muchas gracias, pero tendré que seguir buscando. Adiós.

El pajarito siguió buscando una casita por el bosque, y entró en una cueva que parecía grande y acogedora. Allí vivía el Señor Oso.

- Hola Señor Oso.

- Hola pajarito ¿qué haces por aquí?

- Estaba buscando una casa donde quedarme a vivir, pero estuve en la casa del Señor Conejo y era muy pequeña para los dos.

- Pues mi casa es muy grande, si quieres puedes quedarte a vivir conmigo. Sólo hay un inconveniente, como yo voy a dormir durante todo el invierno, no hay nada de comida en la casa.

- Oh! En ese caso será mejor que busque otro sitio donde vivir. Muchas gracias.

Así siguió volando hasta que vio una casa en las afueras del bosque, y entró en ella por una ventana. Era una habitación muy bonita, con juguetes y decorada con muchos colores. Había un niño que al ver entrar al pájaro se puso muy contento y le dijo:

- Hola pajarito ¿quieres jugar conmigo?

- No puedo, contestó, estoy buscando una casa para vivir, porque no tengo ninguna y debo buscar algún lugar donde poder comer y dormir.

- Pues te podrías quedar en mi casa, dijo el niño con una enorme sonrisa. Esta casa es muy grande y seguro que podemos encontrarte un buen lugar donde puedas dormir. ¿Quieres vivir aquí conmigo?

- ¡Oh si!, me gustaría mucho. Es una casa muy bonita y además podríamos jugar juntos.

- Pues entonces vamos a buscarte un buen sitio donde dormir, le dijo el niño mientras ambos iban andando por la casa en busca de un lugar adecuado para el pajarito. ¡Ya sé!, en el salón hay un reloj que tiene una casita de adorno, si te gusta podrías quedarte a vivir en la casita del reloj.

Al ver el reloj y su casita, el pajarito se puso muy contento, pues era una casita de su tamaño, con una puerta roja de entrada y varias ventanas.

- Me gusta mucho esta casita, ¡quiero quedarme a vivir aquí para siempre!

- Sólo nos queda una cosa por pensar, dijo el niño, tenemos que ver cómo convencemos a mis papás para que te dejen quedarte en la casita del reloj, y así poder jugar juntos todos los días.

Después de unos minutos de pensar, al niño se le ocurrió una idea:

- ¡Ya sé lo que vamos a hacer! Cuando mis padres lleguen a casa y suenen las campanadas horarias del reloj, tú sales después de cada una de ellas y cantas. Así, seguro que les gusta mucho y dejan que te quedes a vivir con nosotros.

Así lo hicieron, y cuando el reloj dio las campanadas, inmediatamente salió el pájaro de la casita y cantaba: TOM, CU-CU; TOM, CU-CU; TOM, CU-CU

Al cabo de un rato entraron los papás en la casa y se pusieron a hablar con su hijo, pero el niño no les dijo nada de la sorpresa que les tenía preparada. Pasaron los minutos, y el reloj volvió a informar a la familia de la nueva hora.

En ese preciso instante se oyó el reloj TOM, e inmediatamente salió el pajarito y cantó lo mejor que pudo CU-CU, TOM, CU-CU; TOM, CU-CU; TOM, CU-CU.

Los papás del niño, que no sospechaban nada, se vieron gratamente sorprendidos por el canto del animalito, y en cuanto miraron a su hijo, éste les contó todo lo que había pasado.

- ¿Puede quedarse? ¡por favor! Es mi mejor amigo y es tan pequeñín….

- Bueno, contestaron los padres al unísono. Se puede quedar a vivir en al casita del reloj. Y ¿cómo se llama tu amigo?

- ¡Anda!, pues no se lo he preguntado ¿cómo te llamas?

El pajarito, sorprendido por esta pregunta pues nunca nadie le había llamado por un nombre concreto, le respondió:

- Pues no lo sé, no tengo nombre.

- ¡Ya se me ocurrió!, dijo el niño, te podemos llamar Cuco ¿te gusta?

- ¡Oh sí! Me gusta mucho ¡CUCO!

- Pues entonces te llamaremos Cuco, dijo el niño, y a tu casita le llamaremos “El Reloj de Cuco”

- ¡Bien! ¡Me gusta mucho! ¡Cuco! ¡Cuco! ¡Cuco!

A partir de entonces, Cuco vivió en su casita muy feliz y jugaba siempre que podía con su nuevo amiguito.

Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.





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